Le Petit Ventura

Este es un espacio en el que escribo lo que quiero. Me lavo con un trapo atado en un palo.

Tuesday, June 27, 2006

El limbo

El hijo de la tía tercera de la tatarabuela de mi yaya, con poquitos días de vida, pilló el pobrecín unas fiebres tifoideas o un paludismo de no te menees y acabó criando malvas y lavandas en el cementerio de la Almudena antes de su primer cumplemeses.

Al no haber sido bautizado, a su alma le esperaba un eterno deambular por... "el Limbo" (aquí vendría un sonido de esos de cuando el malo de la peli abre la puerta), ese lugar donde los recién nacidos que morían sin bautizar iban a pasar el resto de los siglos alejados de las gracias del Señor.

Al chavalín en cuestión le tocaría aburrirse por siempre jamás, sin comerlo ni beberlo, en un sitio que se asemejaría a una cárcel virtual o a un coñazo cósmico. Flotaría a la deriva rodeado de multitud de bebés (sin pañales ni biberones, así que imagínate tú el percal) y lo más divertido que podría hacer sería jugar a compararse las pililas con el resto de sus compañeros de exilio.

Vamos que se le debió quedar una cara de tonto al niño cuando se lo contaron: "Ala majete, tú, al limbo". Pero es que ahora resulta que la iglesia dice que no, que eso del limbo eran gilipuerteces de viejas y que ya sólo existen el cielo, el infierno y el purgatorio.

Entonces, ahora me pregunto yo: ¿Y esos nenes que andaban antes por ahí?, ¿Dónde les han metido?, ¿Les habrán realojado en un purgatorio de protección oficial?, ¿En un infraéter de 35 m^2?... Una cosa es que vivas en el Limbo (o en Rivas) y otra es que te echen sin avisar porque lo dice un concilio vaticano nosecuantos. Debe ser algo parecido a cuando estás en un bar en mitad de un temazo de Placebo y te dan las luces. Sí, una señora putada.

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